viernes, 23 de marzo de 2012

ARTE POR LA PAZ

LOSING COUNT


Perdiendo la cuenta


Arte por la paz en México




Armando Haro




Insertos en el horizonte de la perdida de inocencia del hombre de nuestro tiempo, el arte se ha manifestado como el ‘contramovimiento por excelencia de dicho horizonte’. Inocencia perdida de la humanidad por la masificación de los individuos al perderse toda espiritualidad que les brinde refugio, y por el dominio irracional de la naturaleza a la que se le pasa factura del confort que exige el capitalismo. Frente a ello, la actividad cívica sublime del arte ha puesto en evidencia la mascarada anodina de los hombres que, buscando la felicidad, han perdido su espíritu al preferir la apariencia a la verdad, ocultando la podredumbre de su corazón con maquillajes y estéticas, modas y estilos, cuando lo que repercute en el mundo es una insondable soledad de individuos que ya no se comunican.




Así sucedió con el arte de posguerra, cuyos cruentos trazos y figuraciones expresionistas llevaron la anti-estética de la vanguardia a los hornos crematorios de los campos de concentración, a la fosa común de los holocaustos vigesimonónicos. Haciendo evidente también, mediante la ironía, el elevado costo que la producción en serie de los artículos cotidianos tiene para la tierra, pues no hay nada más opaco para la naturaleza que el brillo que el detergente Brillo brinda para nuestros hogares. De esta manera la búsqueda de la felicidad no es sino la ruta directa que la humanidad se ha trazado hacia su más profundo desasosiego, que ni la naturaleza ni los dioses podrán ya sufragar.




Y así, vanamente pensamos que esto ha ocurrido ya, en otros sitios, en un tiempo ya pasado, pero no nos hacemos conscientes que habitamos un único sitio que es la Tierra y todo nuestro presente es producto de nuestros actos pasados como única Humanidad. Ahora nos ha tocado a nosotros la repercusión de estos hechos, los cuales, lo queramos o no, tienen que ver con la (para)militarización del Estado para asegurar la paz. Inseguridad creciente producto de la necesidad irrefrenable de un pueblo empobrecido por tener un poder adquisitivo de primer mundo, pero que, la carencia de valores y la falta de cultura y educación, llevan a considerar el camino fácil del hurto material y espiritual de sus congéneres.




Frente a esta inmediata e instantánea realidad, ahora, la consigna de nuestro arte es cumplir con aquélla consigna de contramovimiento que la experiencia del mundo nos exige y la cual el arte del siglo pasado ha instaurado como sino de nuestro haber actual. De esta manera Perdiendo la Cuenta: Arte por la paz en México no es una mera reacción nihilista frente al avance de la perdida de valores y la creciente e insondable depredación de la tierra, sino que se plantea como el patente contramovimiento a estos ineludibles acontecimientos. Y lo hace, no sólo de manera marginal y solitaria, sino desde el centro mismo de los hechos y de manera global y colectiva, ya que, respecto a la perdida de las garantías individuales y de la aparente paz que se había vivido, todos, absolutamente todos, tenemos algo que decir, y el arte es el medio ideal para ello. Porque, si bien el arte algunas veces oculta la verdad mediante la ilusión y la apariencia, otras, como lo es el presente caso, el arte resulta más verdadero que la verdad.




De esta manera esta exposición de expresiones de crítica e inconformidad, de metáfora y realidad, de hechos de los cuales hemos perdido ya la cuenta, se caracteriza también por la participación de artistas de múltiples nacionalidades y regiones, de idiosincrasias y estilos de la que, a su vez, se irá perdiendo la cuenta. Seguramente tú, espectador, tendrás que aportar con tu mirada una respuesta a las incesantes e incansables preguntas que todas estas imágenes plantean: ¿Cuántos seres queridos más tendremos que perder? ¿Cuántas mentiras más tendremos que soportar? ¿Cuánto tiempo más tendremos que vivir esta paranoica inseguridad para que vuelvan con bien, para que se nos hable con la verdad, para que volvamos a disfrutar de la paz? Y más aún, ¿qué participación inconsciente tenemos en todo ello? Por el momento sólo nos queda emitir este grito que esperamos se transforme en canto, un canto de esperanza, un canto de paz que nos haga encontrarnos nuevamente como hermanos.

http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_45


No hay comentarios: